Viajar a Kanazawa (Japón): Qué ver en la marisma de oro

Nuestro viaje por Japón estuvo repleto de pasos fugaces por lugares interesantes, y Kanazawa fue uno de ellos. Sabíamos que no nos daría tiempo de ver apenas nada, pero nos conformaríamos con pasar una noche, visitar su afamado jardín Kenrokuen, conocer su castillo, y pasear por un par de barrios interesantes. Con casi medio millón de habitantes es una ciudad importante y dinámica del país, y queríamos tomarle el pulso.

Nuestro tren procedente de Takayama llegó a la moderna y bonita estación de Kanazawa a primera hora de la mañana. La inteligente estación está catalogada como una de las más bonitas del mundo, es al parecer la primera estación ecológica del país, y se ha convertido en todo un símbolo de la ciudad desde su construcción en 2005. El descomunal interior está plagado de columnas coronadas con pan de oro,… enormes centros comerciales, tiendas, restaurantes… y una práctica Oficina de Información y Turismo. A ratos parece un ajetreado aeropuerto, con super estructuras, mil puertas y cientos de escaleras mecánicas…

El exterior del despampanante y molón edificio está construido en acero y cristal, y su enorme puerta, con casi 14m de altura y 24m de ancho, regala holas y adioses a los pasajeros. Se llama Tsuzumi-mon, puede recordar a un torii pero está inspirada en un pequeño tambor tradicional llamado tsuzumi.

Ha recibido varios premios internacionales. Diseñada por el arquitecto Ryuzo Shirae.

La cúpula acristalada se llama Motenashi Dohmu, que significa algo así como cúpula de la bienvenida o de la hospitalidad. Sirve de paraguas para la mucha lluvia y nieve de Kanazawa, y dicen que de lejos sus cubiertas recuerdan al aspecto de un casco samurái.

Bajo ella se encuentran las paradas de buses y taxis. Nosotros tomamos un bus azul gratuito, incluido en el JRPass, y nos acercamos al hotel para dejar el equipaje de mano y comenzar a explorar la ciudad.

Nuestro hotel Resol Trinity, estaba muy bien ubicado, justo enfrente teníamos el mercado Omicho y en él comenzamos nuestra visita. Hay unos 200 puestos donde curiosear y encontrar desde medusas deshidratadas, a huevas de todo tipo,…cangrejos, langostas… frutas y hortalizas, …especias y encurtidos… Es un mercado cubierto casi tricentenario apodado como “la cocina de Kanazawa”, abre todos los días de 8h a 18h excepto domingos y festivos.

En él también existen los típicos puestos de comida para llevar o comer allí de pie en una esquina. Probamos el cangrejo, las gambas,… croquetas de diferentes sabores…y pusimos rumbo al cercano castillo de la ciudad.

Pronto llegamos a unos amplios jardines que me recordaron a verdes campiñas inglesas, corrían mogollón de niños uniformados… y nos sobrevolaban los omnipresentes cuervos. El castillo nos recibe bajo un cielo gris, y el lugar nos sorprende. A estas alturas del viaje ya habíamos visto los castillos de Hiroshima, Himeji, el de Osaka, …y aunque pueden parecer similares, todos son diferentes. Cambian los tamaños y estados de conservación…los mil detalles…los jardines.

Casi todos los castillos del país han sufrido y sufren incendios. Éste fue devastado, del original solo sobrevivieron una puerta y un par de almacenes. Y aunque prácticamente todo en él es reconstruido, también tiene su encanto, a mi me gustó sobre todo su entorno molón, perfecto para disfrutar del otoño y de la primavera.

Allí nos encontramos rabiosos amarillos, vibrantes rojos y naranjas, … disfrutamos de los rincones con los colores más molones del viaje… el momiji estaba justo en su punto dulce, el otoño estaba pletórico y nos encantó.

Y además pudimos disfrutar de los colores a solas, con tranquilidad, sin cientos de cabezas y cámaras, palos y móviles… Después del concurrido momiji en Kioto, agradecíamos la mucha soledad.

Paseamos por los coloridos exteriores del castillo, atravesamos un mini bosque que nos llevó a un mirador, exploramos el foso,… y buscamos una parada de bus para acercarnos a los tradicionales barrios de geishas y samuráis.

Comenzamos por el distrito de Higashichaya, el barrio donde aún es posible cruzarse con alguna geisha. Está declarado Bien de Interés Cultural y se encuentra plagado de elegantes comercios, algunas pastelerías, heladerías… y muchas joyerías, demasiadas joyerías.

Y es que la ciudad de Kanazawa es la principal productora y exportadora de oro del país, de hecho Kanazawa significa “marisma o pantano de oro”. Aquí es habitual que usen el pan de oro en la decoración de muebles, menaje …incluso usan láminas doradas en helados y pasteles…

Las ordenadas hileras de las tradicionales calles me parecieron turísticas, elegantes y muy dulces. Por todas partes había helados extraños, delicados pastelitos, casas de té,… hay incluso un pequeño museo dedicado a los dulces japoneses. No me enrollaré con el mundo azúcar… porque recuerdo que ya os hablé de la repostería nipona y de mis experimentos en este otro post. 

Una típica actividad turística que puedes hacer es visitar una casa de té. Las chaya son realmente locales donde los exclusivos clientes son entretenidos por la música y baile de las exclusivas geishas. Algunas chaya se adaptan a los tiempos y están abiertas al turista y por unos 500-750Y se puede disfrutar de la ceremonia del té, con todo su ritual zen para prepararlo, servirlo y degustarlo. Por todo el país hay ceremoniales casas de té y puede ser una inmersión cultural interesante y curiosa. Aquí te dejo un enlace con más info de esta ceremonia, te puede venir bien si quieres participar en alguna y no quieres ir muy despistado.

En las calles Nichi chaya y Kazue-machi es posible cruzarse con algunas geishas, sobre todo por la tarde-noche cuando van de camino al trabajo. Aquí quizás la mejor forma de coincidir con ellas es realizando la visita en sábado, cuando la Asociación de Turismo de Kanazawa organiza un espectáculo gratuito. Si quieres también puedes asistir a turísticas actuaciones más privadas donde las geishas bailan y tocan instrumentos locales. Aquí te dejo más info de estos espectáculos.

En la esquina con más solera del barrio posan algunas turistas armadas de kimonos y fotogénicos helados bajo un histórico sauce llorón.

Los helados de Japón dicen que tienen los sabores más rarunos del mundo, aquí parecía estar de moda el de carbón activo,…pero también existen helados de calamar, de pescado, de sésamo negro, …incluso de carne de caballo,…

Paseamos un rato por el distrito, callejeamos por solitarias calles junto al río y tomamos un bus para acercarnos a Nagamashi, el barrio de los samuráis. Cuando llegamos ya había caído la tarde, las casas estaban casi cerrando, solo nos dio tiempo a visitar una. Están muy bien conservadas y perimetradas por muros de piedra, el uso de la piedra en la construcción no es habitual en el país, pero al parecer es algo muy característico de las casas donde residían los samuráis y sus familias.

Me resultó un barrio pequeño, creo que me supo a poco. Seguramente no callejeamos en profundidad, íbamos paseando y charlando con un chico brasileño que conocimos en la parada de bus. Sé que había varios museos, un viejo establo convertido en jardín, diferentes casas visitables, … Aquí podéis consultar todos los atractivos del histórico barrio samurái.

De camino a la parada de bus vimos iluminada la diferente puerta del santuario de Oyama con la atípica vidriera que la corona. Al parecer fue diseñada por un arquitecto holandés, y está dedicada a un poderoso señor feudal. Es gratis, está siempre abierto y tiene un agradable jardín con estanques y puentes.

Acabamos cenando en el céntrico barrio de Korinbo. La avenida lucía en modo Navidad On, estaba plagada de tiendas de marcas y firmas, de restaurantes,…de vida nocturna…, y paseando hasta el hotel acabamos el día.

A la mañana siguiente madrugamos para ver el jardín Kenrokuen. Está considerado como uno de los tres grandes jardines de Japón, uno de los más bonitos del país junto a Kairakuen y Okayama Korakuen. A primerísima hora de la mañana, antes de las ocho, la entrada es gratuita, aquí podéis ver precios, entradas combinadas y horarios.

Abierto de 7 a 18h (de 8 a 17h de octubre a febrero). 310yenes. Gratis durante las primeras horas de admisión.

Fue el jardín del castillo y su nombre Kenrokuen significa literalmente «Jardín de las Seis Sublimidades», al parecer hacen referencia a la amplitud, reclusión, artificialidad, antigüedad, abundancia de agua y amplias vistas, que según el paisajismo oriental son los seis atributos esenciales que conforman un jardín perfecto.

Kenrokuen es un ejemplo de toda esta teoría del paisajismo nipón, un jardín repleto de mensajes y metáforas, salpicado de puentes, cascadas, casas de té, centenarios árboles,… y muchos ángulos y reflejos por descubrir.

Quizás eso de estar en la lista de los tres mejores del país, pone el listón muy alto. El paisaje coloreado por el otoño estaba muy molón,…y aunque recuerdo que eché de menos algún rayo de sol, nos gustó mucho el tranquilo paseo por el parque-jardín.

Su atractivo principal es el estudiado estanque Kasumi, en él todo está compuesto para buscar el equilibrio y encriptar historias, mensajes y metáforas.

La isla del estanque representa el caparazón de una longeva y sabia tortuga, a su alrededor hay estratégicas piedras,…psicodélicos reflejos … y la famosa linterna Kotojitoro que, con más de 2m de altura y dos patas en vez de una, se ha convertido en un símbolo del jardín y de la ciudad.

Muchos árboles lucían en modo otoño on,…y otros ya estaban en modo invierno on, encordados para evitar que el peso de la nieve rompa las retorcidas ramas. Los muchos ciruelos y cerezos me recuerdan que también es un jardín para disfrutar de la floración en primavera.

Atravesamos la pequeña zona comercial que da acceso al jardín, y regresamos al hotel caminando por calles cotidianas, tropezando con algún sencillo templo… con un contador de luz que me mira, un gato ortopédico que me saluda…

Recogimos el equipaje de mano que nos guardaban en el hotel y subidos en el bus azul, incluido en el JRPass, nos fuimos a la moderna estación. Aquí te dejo información de cómo llegar a Kanazawa y cómo moverte en bus por la ciudad.

Para nosotros Kanazawa fue una interesante parada intermedia entre Takayama y Tokio. Fue un paseo fugaz, se nos quedaron muchas cosas en el tintero; pasear por la avenida de las esculturas, el Museo de Arte Contemporáneo con una arquitectura futurista inspirada en una nave espacial, el museo DT Suzuki perfecto para la contemplación y aprender del mundo zen, ,… Aquí os dejo info de todos los museos de la ciudad, podéis consultar precios, horarios y pases combinados para ahorrar unos yenes. Y aquí consultar todo lo que Kanazawa ofrece.

Solo le tomamos el pulso, echamos un vistazo a lo más tópico y típico, pero Kanazawa nos dejó buen sabor de boca. Nos moló encontrar una ciudad quizás muy de verdad, con pocos turistas y muchos locales, y nos moló muchísimo coincidir con el momiji en su punto más dulce o rabioso. Así de espectacular lucía Kanazawa los últimos días de noviembre de 2018,… y así la recuerda mi memoria.

La ciudad de Tokio se encuentra solo a dos horas y media y el tren está cubierto por el JR Pass. Regresábamos a la casilla de salida, donde 18 días atrás comenzábamos nuestra aventura nipona. Acababa el viaje, pasaríamos nuestras últimas 48 horas en Tokio, nos despediríamos de Japón-Plutón en su vibrante capital.

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