Uf! qué difícil es hacer a veces de Cicerone con desconocidos…

De repente, o no tan de repente,… alguien te visita y está interesado en que le muestres tu ciudad y alrededores… que le guíes, le hagas de cicerone. Quizás esa persona va de paso a algún sitio y necesita hacer una noche de tránsito, o es un amigo de tu primo que le apetece turistear un poco… o una vieja amiga de la facultad… o unos tíos tan mayores como lejanos… A veces conocemos poco y mal al visitante, otras mucho y bien, o a lo mejor conocíamos cómo era esa persona hace veinte años y desconocemos como es ahora… Hay muchas combinaciones pero casi seguro que todos en algún momento hemos hecho, mejor o peor, de «guía turístico».

Mi visita vino en junio y pertenece a la categoría de desconocida. Le ayudé con los preparativos de su viaje y solo nos “conocíamos” a través de varios mails donde aparentemente ciberconectábamos. Fue todo muy rápido, a ella le apeteció conocerme y propuso visitarme. Se autodefine como una “pija venida a menos”, y lo es, ronda los sesenta años y está prejubilada. Hubo una única llamada telefónica, para sincronizar la visita, que me dio muchas pistas de cómo podía ser la señora,…pero yo quise darle el beneficio de la duda, creer que era casualidad, algo puntual…y hoy sé que me equivoqué muchíiiiiisimo no haciéndole caso a mi intuición. GrrrrrRRR

Hay quien se ve envuelto en estas situaciones de hacer de cicerone con cierta frecuencia, …otros, como yo, hacemos de guía de higos a caracoles, de muy tarde en tarde. Y como sé que cambian horarios, precios,… abren y cierran locales… y viene una visita a la que se quiere agradar; dediqué mi tiempo a actualizar tarifas, comprobar horarios, locales de moda,… diseñar distintas rutas… incluir planes A, B y C por si el viento de levante, o el de poniente, o las ganas… busqué alojamientos… hasta repasé historia por si ella era una viajera curiosa… Y por supuesto, antes de venir, le pregunté por sus gustos y preferencias que resultaron ser un par de playas que ya estaban incluidas en la ruta planeada. En fin, le dediqué tiempo, cariño y ganas, y sinceramente acostumbrada a preparar viajes,… creo que no lo hice nada mal, me quedó un gadifornia trip bastante apañado.

No quiero extenderme demasiado y resumiré la fea experiencia contando que, de repente, me encontré con dos señoras desconocidas en una sola persona… a las que llamaremos con un clásico Jeckyl y Hyde.
La Jeckyl, sobria, era la que enviaba los mails, apenas la vi, apareció apenas nada, y con ella digamos que todo normal tirando a bien.
La Hyde, ebria, apareció demasiado tiempo y tuvo un par de importantes idas de pinza…se le fue mucho la cabeza debido a un importante problema con el alcohol,…y nos mostró su lado “borracha chunga chunga”…

Supongo que son cosas que pasan, que te encuentras una visita que no conoces y a veces pues puede resultar ser ¿rara?, otras ¿incómoda?, o ¿bipolar?, ¿peculiar?… ¿x? … o alcohólica como en este caso. Pero reconozco que a mi nunca me había pasado.

Tengo mucha paciencia,… pero lógicamente todo tiene un límite y no a todo el mundo, ni en todo momento, le sienta igual la bebida. Y esta señora no tenía un día tonto o ganas de marcha, lo que tiene es un importante y serio problema con el alcohol. Y ella lo sabe. Y yo lo supe desde el minuto 1 cuando por primera vez escuché su voz borracha al otro lado del teléfono y mi rápido subconsciente ató un par de sencillos cabos.

En fin, un desastre, un poco pesadilla… y una pena. Hablaba tanto tanto que no le pude contar apenas nada de la ciudad, me incomodaba interrumpirla con educación y me puse en modo avión On, calladita la escuché con muuucha paciencia. No le veía demasiado interés, ni curiosidad por la ciudad, ni las playas, ni los pueblos… solo le motivaba beber vino y gin tonics en los bares. Pero como «cada uno es cada uno» y yo lo respeto todo,…  allá ella.

Hyde podía ser pesada, cansina,… además de muy indiscreta contando intimidades de sus amigas, de su psicóloga, de sus ex parejas, hijos… creo que podría escribir casi su vida. Pero el problema fue que Miss Hyde tuvo dos importantes idas de cabeza, una conmigo y otra con dos muy buenas amigas mías. A la señora se le fue la olla bastante,… insultó, mintió, desvarió, distorsionó,… y todo a gritos, casi de madrugada, como las locas,… estaba poseída por el alcohol, transformada por él en una mujer agresiva, mal educada,… ida… Sinceramente, fueron un par de situaciones muy  incómodas… violentas.

Al día siguiente decidió marcharse antes de lo previsto, y cuando se fue reconozco que me quedé un poco confusa tirando a piltrafilla. Primero descolocada, también aliviada pero algo triste, luego me sentí a ratos gilipollas, después pasé al modo GRRRgrrr enfado,…pero muy pronto lo que de verdad sentí, y siento por ella, es pena, lástima. Es una enferma.

En su día… le escribí un mail a doña JeckylHyde pero nunca se lo envié. Preferí desahogarme en un word… y acabó saliendo esta especie de post vómito. En fin… cosas de la vida 😉 Personalmente… de toda esta historia, experiencia, he tomado buenas notas mentales y sin duda me quedo con el final cuando la despedía en la estación de autobuses. Allí ocurrió algo sutil y especial que, de alguna manera, nos «retrató a cada una», digamos que puso a cada una en su lugar y se vio claramente lo diferentes que son nuestros corazones. Fue como una especie de mágica y oportuna foto finish, en la que intervino Soledad, una Señora politoxicómana que pasaba por allí y que, sin duda, me alegró la fea mañana y, según me dijo, yo se la alegré a ella.